Joaquín Sorolla estudia la
indumentaria de la época a partir de los retratos de la aristocracia y prepara
para septiembre la muestra 'Vestidos para posar'.
La moda es indiscreta: «Lo que demuestra a diario una
prenda de vestir es poder hacer visible lo invisible, incluso lo inexistente»,
escribió Robert Musil en 'El hombre sin atributos'. La ropa, más allá de la
industria devoradora con la que hoy se la relaciona, puede interpretarse desde
la perspectiva económica, política, social, de relaciones humanas y de poder.
La moda es intención estética pero también ética; detrás de cada vestido hay
una época, una persona. Y gran parte de ese legado de moda se encuentra pintado
en grandes obras de grandes artistas, testigos de su tiempo y analistas, quizás
sin saberlo, del significado social de su propia vida.
Joaquín Sorolla fue uno de esos
cronistas porque gran parte de su obra es su propia vida pintada, esbozada, analizada en
lienzos y cuadernos. Muchos de ellos protagonizados por su
mujer Clotilde (Clotilde García, 1895),
otros muchos por la aristocracia que lo eligió como pintor de referencia.
Sorolla es uno de los mejores
ejemplos de ilustración social donde fue protagonista de una época llena de
prendas únicas que marcaron un cambio fundamental. El desarrollo de la
industria textil, el adiós al miriñaque, el uso
del polisón y el corsé, la creación de las bases de la Alta Costura, el
nacimiento de los diseñadores estrella (Worth o Poiret), el
uso de la ropa 'deportiva', la liberación de Chanel...
La Institución Joaquín Sorolla se encuentra ahora
mismo estudiando esta faceta del pintor y prepara la muestra Vestidos para
posar. Retratos de Sorolla & indumentaria contemporánea (entre septiembre y
enero de 2015) que analizará esta aparentemente extraña relación. «Por los
pinceles del autor valenciano pasó lo más moderno de la sociedad de su tiempo y
la exposición centra su estudio en la moda en la época de Sorolla ofreciendo un
diálogo entre varios cuadros del artista junto a los trajes de la colección de
la valenciana Victoria Liceras», explican al respecto.
Se analizarán obras concretas desde una perspectiva
técnica pero también social. Un punto muy importante de esta investigación,
explican, es «conocer a la
burguesía de la época a través de lo que llevaban puesto para analizar la época». El único precedente similar es un estudio que
realizó el Museo Sorolla de Madrid en 2012, precisamente, sobre la forma de
vestir de Clotilde. Lució faldas que dejaban el tobillo al aire en sus paseos
por la playa y vestidos negros con escote y mangas abullonadas para la noche.
Nada era casual.
En 2012 el diseñador Oscar de la Renta, con la colaboración de Andre Leon Talley armaron
la exposición Joaquín Sorolla and the Glory of Spanish Dress en el
Queen Sofía Spanish Institute in New York en la que repasaban cómo el pintor
valenciano supo trasladar las distintas formas de vestirse en nuestro país a
través de su conocida serie Visión de España realizada para la Hispanic Society.
En esa línea, el Museo de Bellas Artes Gravina (MUBAG)
inauguró la exposición 'Sorolla, fiesta y
color'. Una mirada etnográfica, que pretende llamar la atención
sobre las piezas que Sorolla coleccionó y que sirvieron para preparar su trabajo
americano. Hay, por ejemplo, un Traje de Charro, regalo de los Señores Pérez
Tabernero, o un precioso Mantón prestado por el Museo del Traje.
Pero la relación del pintor con el mundo de la moda va
más allá de estas lecturas externas. Covadonga Picarch, conservadora del Museo Sorolla de
Madrid, asegura que el valenciano era «amante de la moda y hacía dibujos de los
vestidos y los sombreros que veía en sus viajes y después se los enseñaba a su
mujer para que estuviera a la moda».
En las cartas que ambos se enviaban hay muchos
ejemplos claros. «Hoy encargué un traje de calle para las tres», escribió en
referencia a Clotilde y sus hijas, «el tuyo es muy bonito y creo estarás
guapísima, es azul oscuro. También quisiera que te hiciesen uno en seda para
pintarte un retrato». La misiva estaba escrita desde París, donde Joaquín hacía
encargos para su mujer y él se interesaba mucho por el proceso. La propia
Clotilde también escribió: «A mí como me gustan
es como hasta ahora se han llevado, con la cintura muy alta».
Ninguno de los dos fueron ajenos a los cambios en el vestir. Nadie lo es, de
hecho.
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