Edwin Jiang - Virgil Abloh debutó en Pitti Uomo hace unos meses con su colección para hombre de primavera/verano 2018, y la hizo desfilar delante de una instalación de Jenny Holzer. Para el evento, Holzer proyectó como telón de fondo versos de la poeta Anna Świrszczyńska, escritos durante el Alzamiento de Varsovia, junto a otros textos de escritores de Oriente Medio como la siria-americana Osama Alomar. La colaboración, última de una larga serie de alianzas de alto nivel entre los diseñadores de moda y las bellas artes, se alzó una conmovedora reflexión sobre los acontecimientos destacados y ejemplo a su vez de la capacidad de la moda para trasladar las emociones del mundo en el que vive.

Pero por cada Off-white x Jenny Holzer, hay docenas de colaboraciones artista-diseñador que quedan en obras destinadas a imprimirse sobre la ropay olvidadas sin más al final de la temporada. “Siempre he pensado que los diseñadores fetichizan a los artistas”, cuenta a Vogue Esben Weile Kjaer, artista danés que ha colaborado con la diseñadora Anne Sofie Madsen. Y la afirmación de Kjaer se ajusta bastante a la realidad. Pero en el caso del artista, acostumbrado a ese reino diáfano de las galerías y las exposiciones y no así a los burros de las boutiques y las pasarelas, ¿qué le mueve, y por qué, a aceptar la invitación?
La respuesta obvia es que, claramente, este tipo de uniones suelen reportarle al artista la oportunidad de crear y exhibir su trabajo a mayor escala. En las pasadas dos temporadas, Moncler y la fotógrafa Annie Leibovitz invitaron al artista performático chino Liu Bolin –conocido en el mundo del arte como el Hombre Invisible por sus camaleónicas acciones– a que participase del imaginario de la marca, con Liu haciéndose desaparecer entre los glaciares por medio de pintura corporal y protagonizando una de las campañas más memorables de los últimos tiempos. “Soy bastante particular a la hora de elegir con quién colaboro, y me interesó que se tratase de un proyecto de dimensiones tan épicas; siempre he querido intervenir en un paisaje y un escenario semejantes, Islandia en este caso”, explica Liu, cuyas acciones tienen además un doble valor como denuncia ecologista.
Más allá de este impulso que les proporcionan las marcas, puede que el auge de tales intercambios diseñador-artista sea además indicativo de cambios más profundos en sendos mundos del arte y la moda, ahora que las fronteras entre ellos se vuelven cada vez más porosas. Los diseñadores en muchas ocasiones son tachados de artistas y los artistas, por su parte, se aventuran cada vez más a diseñar. Liu es un gran ejemplo de ello: “Desde Valentino y Jean Paul Gaultier hasta Guerlain o Ruinart, han sido muchas colaboraciones con marcas de moda y de lujo a lo largo de los años… y siempre me ha interesado trabajar con moda, más aún en este momento, cuando estoy a punto de lanzar mi propia colección de ropa, Liu Bolin”, nos revela. Del mismo modo, el artista Sterling Ruby, colaborador habitual de Raf Simons tanto en Dior como en Calvin Klein, ha desarrollado su propia propuesta con unas prendas que poco se diferencian de sus pinturas.
Christophe Chemin, colaborador de Prada en su temporada de Otoño 2016, se muestran cada vez más escépticos sobre los beneficios de estas asociaciones, ahora que se han vuelto de lo más común. “Parece que se ha puesto muy de moda, aunque la idea no sea en absoluto nueva”, dice Chemin. “Creo que solo deberían darse en el caso de que haya un genuino interés por ambas, que se trate de un intercambio real… Los diseñadores de moda no necesitan para nada a los artistas para crear estupendas colecciones, y los artistas no son catalizadores de ropa”.
¿Pero qué entender por un intercambio real? Aunque parezca difícil de definir, Chemin cita para ello The Ritva Man, una firma especializada en jerséis de punto del Londres de los años 60 y 70. Fundada por Ritva, modelo y pintora finlandesa, y su marido Mike Ross, un estadounidense que cursó apenas un tiempo en el Royal College of Art, la marca se integró en la vibrante escena del Londres de la época y acogió el saber hacer de Elisabeth Frink, David Hockney, Patrick Hughes y Allen Jones, invitados a diseñar las ediciones limitadas de su Artist Collection. Las prendas, que se vendían con cofres de metacrilato para que se pudieran exponer en caso de no vestirlas, se ganaron el apelativo de obras de arte por derecho propio.
Aunque Ritva ya no existe, algunos de sus éxitos han perdurado. Seguramente hallarán parangón en las actuales colaboraciones entre Jonathan Anderson, director creativo de J.W. Anderson y Loewe, y el artista plástico y fotógrafo Ian David Baker, conocido por sus desnudos masculinos. Su alianza se aleja espontáneamente del mecenazgo y se sustenta en el respeto que el diseñador muestra por el artista.
“Mi trabajo se hizo más popular entre 2013 y 2014… Recibí una llamada de Jonathan, que estaba interesado en adquirir algunas de mis fotos y dibujos… Ya en 2014, me dijo que le gustaría reunirse conmigo en sus oficinas para proponerme un proyecto colaborativo”, cuenta Baker. “Creo que estaba un poco obsesionado con mi trabajo. Le dije que esperaba que creyese de verdad en ello y que todo el esfuerzo valiera la pena”.
En la misma línea, y valiéndose habitualmente de artistas invitados, los diseñadores de Rochambeau, Laurence Chandler y Josh Cooper, son, como los vascos, de donde quieren –y de quien quieren–. “Conocí a Laurence, de Rochambeau, en 2013 en la inauguración de mi exposición en el Lincoln Center. Es coleccionista y había comprado algunas de mis obras”, recuerda Aaron Curry, que ha colaborado con la marca en la colección de Primavera 2018. “Más adelante conocí a Josh, y no me quiero poner muy californiano, pero me gustó su energía”, añade Curry, a quien el proceso le resultó parecido a cuando se customizaba de joven sus zapatillas Vans.
En un mundo de la moda acostumbrado a cambiar de ropa cada temporada, la colección auspiciada por Curry, compuesta de básicos callejeros decorados con las creaciones psicodélicas del artista, destila sin embargo una rara sensación de permanencia no muy diferente de aquella de los jerséis de The Ritva Man, diseñados casi medio siglo antes. En diciembre, la colección se presentará ante el panorama del arte en la feria Art Basel Miami Beach, donde Curry es ya un fijo, junto a otras de sus obras. Después, estarán listas para abordar los escaparates de las boutiques de moda de todo el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario