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martes, 18 de diciembre de 2018

TU BASURA EN EL MAR

Un miembro de la iniciativa Ocean Sole utiliza chanclas para crear una jirafa, ayer en el Drap-Art.
A Angela Anderson le bastaron unos pocos paseos matutinos por la playa de la Barceloneta para descubrir que vivía a las orillas de un mar de suciedad y plástico. Las colillas, las toallitas higiénicas, las latas de cerveza o los tapones de botellas escondidos entre la arena le causaron un gran impacto, explica esta joven británica de 14 años afincada en Barcelona. Pero la basura que lanzaban unos se acabó por convertir en un fantástico material artístico para ella y sus compañeros del proyecto escolar Our Dream School. Ayer, su obra La Mujer, en el que se observa a una forma femenina hecha con papel maché sumergida entre la basura que ella y sus compañeros recogieron en la arena, fue una de las 60 piezas expuestas en la 22ª edición del Festival Internacional de Arte Sostenible Drap-Art.
Porque concienciar es también crear, el festival convirtió ayer el Museo Marítimo de Barcelona en un centro reivindicativo de la cultura sostenible con un claro mensaje: no hay mejor forma para reclamar unos mares y océanos más sostenibles que hacer de la basura, arte.
“Siempre pensé como se sentiría un humano si fuese el mar. El resultado es este”, explicaba ayer Anderson mientras anima a los visitantes a que aportaran su particular “granito de basura” en torno a su obra. A escasos metros de su humilde exposición, otros 50 artistas, algunos internacionales, expusieron otras obras de arte sostenible. Como Paola Idrontino, que convierte plásticos y basura del mar en pinturas románticas de gran calidad; o Jana Álvarez, que crea grandes criaturas ficticias con huesos de animales, alambres y residuos; o el proyecto Ocean Sole, una iniciativa africana que reutiliza las chanclas que quedan en el mar de Kenia para convertirlas en elefantes, leones o jirafas, algunos de grandes dimensiones, y que ayer triunfaron especialmente entre el público infantil.
Precisamente familias con niñas coparon muchas de las visitas de la primera jornada de ayer. La música en vivo y talleres sobre concienciación medioambiental para todos los públicos ayudaron. El festival solo expone durante este fin de semana y hoy domingo es el último día para visitarlo.

EL ARTE DEL ZAPATO


 Hasta el 8 de marzo el Museo de Artes Decorativas de Madrid nos ha ofrecido una retrospectiva del diseñador de zapatos más afamado del mundo, el español Manolo Blahnik, considerado una figura clave de la moda contemporánea.



Dicha exposición, organizada por la revista VOGUE España, con la colaboración del propio Blahnik y su equipo de Londres, se compone de 212 zapatos y 80 de sus dibujos originales, procedentes de su colección privada, un archivo formado por más de 30.000 piezas.
El principal objetivo de la muestra es invitar a los visitantes a explorar el universo del zapato más allá de la moda y su función, y contemplarlos como objetos puramente bellos, imaginativos y dinámicos, con formas artísticas, escultóricas y personalidad independiente cada uno de ellos, tal y como el propio Blahník los concibe.


La exposición explora el mundo del zapato como un icono de moda que puede trascender su propia materialidad para convertirse, en ocasiones, en una obra de arte.
La muestra está dividida en nueve áreas centradas en temas y obsesiones recurrentes: Manolo Blahník y su taller, Arte y Arquitectura, Botánica, Geografía, Marie-Antoinette, Bajo la Luna, Obsesiones, Gala y Vogue, permitiendo una compresión global del desarrollo de este creador.


 Manolo Blahník retratado por Horst P. Horst. 1990.      Exposición de Manolo Blahník en el Museo de Artes Decorativas de Madrid

 Los zapatos de Blahník son mundialmente conocidos, gracias en parte a la serie de televisión Sexo en Nueva York , cuya protagonista siente auténtica veneración por su calzado. 
En una famosísima escena Carrie Bradshaw es asaltada en Manhattan y exclama: “Llévate mi bolso, mi anillo y mi reloj, pero por favor no te lleves mis Manolo Blahnik”.
Desde entonces, los “manolos” han alcanzado una gran celebridad, son un objeto de lujo y un símbolo de elegancia y sofisticación.

Dibujo en tinta y lápiz del zapato con muestras de tela. Colección Marie Antoinette. 2005.                               



 Sin embargo,el maestro cuenta que tuvo un golpe de suerte al comienzo de su carrera. Diana Vreeland, la directora de la revista Vogue en Estados Unidos, le aconsejó centrarse en la creación de zapatos de mujer.
Blahník utiliza una gran variedad de materiales que van desde el cachemir al algodón así como tejidos tan extraordinarios como el otomán, la más preciosa y rara de las sedas. Sería imposible enumerar todos los estampados que se encuentran en sus zapatos, fruto de las más insospechadas combinaciones. 

Para conocer hasta el más mínimo detalle las técnicas de fabricación, estudió los materiales y trabajó en fábricas donde obtuvo el conocimiento necesario para emprender su proyecto. Por este motivo, todos los zapatos de Blahnik se producen de forma manual, por lo que no se fabrican más de cien zapatos al dia.



La pasion de Manolo Blahnik por las proporciones del pie, procede de sus estudios de esculturas de artistas griegos como Praxíteles o Fidias. No se conforma con crear sólo un diseño armónico, sino también una construcción sólida inspirada en la arquitectura barroca o en obras de arte de artistas coo Zurbarán o Goya.
Exposición de Manolo Blahník en el Museo de Artes Decorativas de Madrid

Los zapatos creados bajo la influencia de su España natal ocupan un lugar muy especial en la exposición. Muchas son las fuentes que inspiran sus creaciones: desde escritores como Galdós, Clarín, Unamuno, Ortega y Gasset y García Lorca hasta las batas de cola y el movimiento de los bailaores de flamenco.

En 2003, Manolo Blahník fue el primer diseñador de zapatos al que se le dedicó una exposición monográfica en el Museo del Diseño de Londres. Además ha recibido numerosos premios como el título honorario de la Orden del Imperio Británica (2007) o el Premio Nacional de Diseño de Moda otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España (2012) entre otros.


bocetos01                  




Tal ha sido el éxito que ha alcanzado este artista, que personajes de la altura de Anna Wintour visten exclusivamente estos zapatos, con diseños que elabora en exclusiva junto a el.

Por ello,ahora se lanza con una espacio dedicado a los hombres en Londres. Aunque sus diseños para ellos han existido desde los 70, cuando iniciara su carrera, Blahnik lo había hecho hasta la fecha de manera puntual o bajo peticiones específicas.


zapatos manolos bilaketarekin bat datozen irudiak    los manolos para hombre bilaketarekin bat datozen irudiak 


Más de treinta modelos diferentes, combinados a su vez en multitud de colores atrevidos y estampados, compondrán la colección de lanzamiento. Estilos clásicos de corte británico como los Oxford o las botas Chelsea, para las que Manolo Blahnik toma a modo de referencia a bandas como The Rolling Stoneso The Animals, que se mezclarán con apuestas más atrevidas como las sandalias inspiradas en los pescadores sicilianos o alpargatas de rafia.




LAS ASOCIACIONES DEL SIGLO XX

Perez y Perez, Melisa

El siglo XX significó una ruptura total de los cánones que habían regido las artes visuales durante siglos. Así también, se produjo un cambio radical en el estilo de vida femenino, lo que provocó una revolución en la indumentaria.
Desde fines del siglo XIX hasta el término de la Segunda Guerra Mundial, París fue el centro, tanto de las vanguardias1 artísticas, como de las tendencias en la moda.
La indumentaria femenina, salvo cambios en colores, materiales y accesorios, había conservado la misma silueta desde el Renacimiento. Esta se caracterizaba por la forma del reloj de arena, lograda gracias al uso del corsé. El mismo escondía y transformaba el cuerpo de la mujer en una silueta ideal que, en los comienzos del siglo XX era el reflejo del estilo art nouveau, inspirado en las formas sinuosas de la naturaleza.
En 1908, el francés Paul Poiret (1879-1944) creó la falda tubo, que caía directamente desde la cintura hasta aproximadamente cinco centímetros del suelo, subiendo la cintura hasta debajo del busto, abandonando el uso del corsé y reemplazándolo por el del corpiño. Los primeros diseños de Poiret eran sencillos y de corte recto. Su estilo, que lograba una figura más suave, en principio resultó escandaloso, pero finalmente se universalizó a principios de la década del diez. Esta transformación se dio en plena Belle Epoque, caracterizada por la filosofía del positivismo, y por la prosperidad económica.
En su búsqueda de la naturalidad de la figura femenina, Poiret se inspiró en el teatro, la escultura, la danza y la pintura. Apoyándose, principalmente, en las innovaciones del escultor Auguste Rodin (1840-1917), la bailarina Isadora Duncan (1877-1927) y el pintor fauvista Henri Matisse (1869-1954). Todos ellos coincidirán en romper con los cánones académicos, en sus respectivas áreas artísticas.
Otras influencias importantes en los diseños de Poiret fueron la escultura griega antigua y la cultura oriental2.
Dichas influencias se tradujeron en diseños caracterizados por la superposición de prendas, el uso de transparencias y de telas lujosas de colores intensos.
La guerra de 1914-1918 aceleró la gran transformación que se venía incubando desde el siglo precedente. El traslado de un gran número de hombres hacia los campos de batalla, obligó a las mujeres a abandonar sus hogares para salir a trabajar, generalmente en fábricas, por lo que empezaron a necesitar ropa más cómoda. De modo tal que, hacia 1915, las faldas se acortaron por encima del tobillo y luego hasta la mitad de la pantorrilla. Además, la escasez de textiles forzó a eliminar bolsillos extras, dobles pecheras y a reducir el ancho y el largo de las faldas, generando así un estilo de vida y de vestimenta completamente nuevo. Estas nuevas costumbres provocaron un cambio de mentalidad en la mujer, que la impulsó a quitarse, definitivamente, el corsé y a cortarse el pelo, transformando su figura hacia formas más netas y masculinas.
A mediados de los años veinte, Poiret introduce estampados geométricos, provenientes de la pintura vanguardista y del art déco. Este último, surgió en 1925, en París, con la Exposition Internationale de Arts Decoratifs et Industriels Modernes. No se trata de un estilo de características concretas, pero puede distinguirse por sus composiciones simétricas y su preferencia por la línea recta. Este estilo abarcó la arquitectura, el mobiliario, la joyería y la moda; enfatizando la sobriedad en la decoración y la exploración con nuevos materiales.
Se desarrolló entre mediados de los años veinte y la década del treinta y, a diferencia de su predecesor, el art nouveau, tenía como fin adaptar el diseño a las condiciones de producción en serie de la industria moderna.
La moda, entonces, no escapó a la tendencia general de la época, que buscaba articular las artes con las nuevas posibilidades de la producción industrial, prevaleciendo, en todas las producciones estéticas, la idea de funcionalidad y de modernidad.
De esta manera, el art déco tomó del cubismo3 la segmentación de círculos y el empleo de ángulos, pero a diferencia del movimiento pictórico valorizó los colores brillantes en los tejidos, estilizando y geometrizando los motivos florales, propios del art nouveau de principios de siglo. Eran los llamados “años locos”, que terminan con la caída de la bolsa en 1929. Es en éstos años cuando en Francia la moda comienza a ser considerada un arte decorativo mayor.
Fueron los ilustradores Erté (1892-1990) y George Lepape (1887-1971), ambos de estilo art déco, y Eduardo Benito (1891-1981), de mayor influencia cubista, quienes le sumaron a la moda elementos propios de éstas corrientes artísticas. El primero lo hizo desde las tapas de la revista Harper´s Bazaar, los otros desde las de Vogue. Ambas eran las revistas de moda más prestigiosas de la década del veinte, y promovieron, de esta forma, a las nuevas expresiones del arte.
El estilo de Erté era extravagante e incorporó grandes innovaciones en sus diseños, ya que a diferencia de sus contemporáneos, que ilustraban diseños ajenos, él dibujaba sus propias creaciones. Por ejemplo, bolsillos con forma de manos y sombreros con orejas de animales, formaban parte de sus ilustraciones. A pesar de la tendencia que prevalecía en esta época, sus diseños femeninos, no tenían nada de masculino.
Los años locos se distinguieron por el nacimiento del culto a la juventud y el hedonismo, junto a un mayor interés por los viajes, las salidas, la práctica deportiva y la conciencia corporal. Así, se instaló la tendencia hacia los cuerpos delgados, chatos y de corte masculino, influenciada por el art déco, con sus figuras alargadas y poco voluptuosas, surgiendo el estilo “garçonne”, caracterizado por peinados de pelo corto y pegado a la cabeza, collares en cascadas y vestidos más cortos con paillettes y mostacillas, que remarcaban las formas corporales y el espíritu de liberación femenina.
El período de entre guerras (1919-1939) fue el único, en toda la historia del diseño de indumentaria, que estuvo dominado por mujeres diseñadoras. Las francesas Jeanne Lanvin (1867-1946), Madeleine Vionnet (1876-1975) y Gabrielle “Coco” Chanel (1883-1971), y la italiana Elsa Schiaparelli (1890-1973).
El estilo de Jeanne Lanvin siguió el gusto de la época, con bordados virtuosos, adornos intrincados y ornamentos florales en colores claros y luminosos, propios de los diseños estilizados del art déco. Su sutil uso del color estuvo inspirado en su propia colección de pinturas.
Madeleine Vionnet se inspiró en el arte griego para crear cortes a partir de figuras geométricas como cuadrados y triángulos. Y al igual que Poiret, en las danzas de Isadora Duncan, creando diseños que se adaptaban a la forma natural femenina. Inventó el corte al bies e insuperables drapeados.
De la combinación de estas dos influencias, surgieron, por ejemplo, el vestido tipo pañuelo, el cuello capuchón y un top con dos tiras amarradas al cuello.
Su corte al bies estiraba las telas, dándole una geometría totalmente tridimensional a sus creaciones, así como una fluida dinámica al cuerpo en movimiento que los expertos actuales consideran tan radical como el cubismo en el arte. Es por esto que sus diseños se asocian con la escultura. Sus vestidos, en vez de algo independiente del cuerpo, eran como una segunda piel. Logro alcanzado, seguramente, gracias a que modelaba sobre maniquíes de escala reducida, creando así, una idea en miniatura que le permitía armonizar el peso de la tela con el movimiento ideal del cuerpo.
Coco Chanel, en cambio, no tuvo grandes referentes en el arte, si no en su propio espíritu audaz.
El caso de Elsa Schiaparelli es el ejemplo más claro de la articulación entre el arte y la moda. A diferencia de sus rivales francesas, nunca supo coser ni bordar, sino que accedió a la moda a través del arte.
Durante la Primera Guerra Mundial se mudó con su marido a Nueva York, tras lo que éste la abandonó junto a su hija. Esto la obligó a trabajar en la boutique de moda francesa de Gaby Picabia, ex esposa del artista dadaísta4 Francis Picabia (1879-1953), quien la vinculó con artistas como Marcel Duchamp (1887-1968) y los fotógrafos Man Ray (1890-1976) y Alfred Stieglitz (1864-1946). Cuando ellos decidieron emigrar a París, Schiaparelli los siguió. En 1927 abrió su propia boutique allí, con la línea deportiva femenina “Pour le sport”. Su primer éxito fue un suéter tejido en negro con un moño blanco en trompe l´oiel, es decir, pintado de manera extremadamente realista, creando una ilusión óptica de tridimensionalidad. Gracias a él, llamó la atención de algunos famosos surrealistas como Salvador Dalí (1904-1989), Jean Cocteau (1889-1963), Christian Berard (1902-1949) y el escultor Alberto Giacometti (1901-1966), quienes fueron invitados, por Schiaparelli, a asociarse con ella. De esta manera, Elsa Schiaparelli llegaría a dotar a la moda de un tinte surrealista.
En 1924 André Bretón redactó el Manifiesto5 Surrealista, que plasmaba su nueva concepción artística. Este movimiento buscaba unir al sueño y a la vigilia en una nueva realidad absoluta, en una suprarealidad. Esta idea estuvo directamente influenciada por el psicoanálisis freudiano, con el descubrimiento del inconsciente y la teoría de los sueños.
El surrealismo se desarrolló tanto en las artes visuales, siendo considerado uno de los movimientos de vanguardia, como en la literatura; destacándose escritores franceses como Paul Éluard (1895-1952), André Breton (1896-1966) y Antonin Artaud (1896-1948). Pero fue éste último, quien subrayó su ideal estético; reunir objetos incongruentes. Esto sería plasmado también en las artes plásticas, siendo los ejemplos más claros los de Salvador Dalí y René Magritte (1898-1967). Esta vanguardia se desarrolló, aproximadamente, entre 1924 y 1928.
Schiaparelli revolucionó el estilo asociándose con el surrealismo y Dalí, quien fue el primer artista que trabajó con ella. Él le diseñó motivos bordados, además de aportarle inspiración para modelos, como el traje de oficina con bolsillos con forma de cajones, el sombrero en forma de zapato, y los vestidos pintados con una langosta o moscas. Luego se sumarían Giacometti, Cocteau y Bérard.
Al combinar su estilo con el arte de estos representantes del surrealismo, Schiaparelli le proporcionó a la moda una dimensión artística que atrajo a una gran clientela de ricos y famosos. Sus colecciones y shows normalmente eran temáticos. En sus vestidos abundaban las plumas y las serpientes, alternando temas como instrumentos musicales, mariposas, modelos paganos, astrología y tatuajes. Todos ellos fueron sumamente originales y excéntricos, además de escandalosos para la época. Además de inventar bombachas atrevidas; introdujo las camisas bordadas, los cierres de colores brillantes, los tejidos con emblemas, los turbantes y los pompones, y fue la primera en crear y usar botones originales que venían en forma de maníes o abejas. Pero su mayor contribución, al mundo de la moda, seguramente fue la creación de la pasarela de las colecciones tal como la conocemos actualmente. Con ella, Schiaparelli convirtió a las exhibiciones de los diseñadores en un evento estético que combina arte, música y movimiento.
La influencia surrealista en la moda llega a la Argentina, reflejada en la utilización de sus símbolos más destacados: notas e instrumentos musicales, escarabajos, flores, langostinos, grandes botones, etc. Éstos últimos fueron los accesorios más destacados de la moda local.
Generalmente, eran de gran tamaño o de tamaño decreciente, teniendo forma de mariposas o de distintos animales; otros se hacían recortando las flores de los estampados de las telas. Durante la década del veinte y especialmente del treinta, se destacó Nolin en su confección, llegando a firmarlos. Eran utilizados en los vestidos, para cerrar o como adornos de bolsillos y recortes, siendo los más comunes los de galalita imitando carey.
El surrealista Man Ray fue pintor, escultor, fotógrafo, realizador cinematográfico, poeta, ensayista y filósofo. Siendo uno de los artistas más multifacéticos del siglo XX. Nacido en los Estados Unidos, emigró a París, donde gracias al patrocinio de Marcel Duchamp, logró fama con sus “rayographs” o “fotogramas” de objetos comunes y no tan comunes, a los que describía como “puro dadaísmo6”. Como fotógrafo de modas, se destacó en Harper´s
Bazaar, desde principios de la década del treinta. Allí, se distinguió del resto de los fotógrafos de moda por la iluminación que le daba a las producciones, creando un sistema de “luz continua”, que le permitía obtener un efecto de sombras múltiples, característico de sus fotos de moda de este período. Gracias a la originalidad y a la alta calidad de este nuevo estilo, diseñadores exitosos de la época como Poiret, Chanel o Schiaparelli, eligieron su estudio para fotografiar sus colecciones.
Man Ray aplicó sus ideas pictóricas a la fotografía, otorgándoles un aire surrealista. Por ejemplo, rehusaba de los decorados típicos de la época, prefiriendo escenografías artísticas originales, evitando contrastes extremos.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, París deja de ser el centro, tanto de las artes, como de las tendencias en la moda, siendo éste ocupado por Nueva York. Esta nueva etapa se caracterizará por la aceleración y la democratización de la moda a nivel mundial, impulsada por el consumismo que había comenzado a gestarse en los “años locos”. La gran transformación de los años 1914-1950, en las condiciones sociales, económicas y tecnológicas, provocó un nuevo orden en el sistema de la moda, logrando su democratización.
Este nuevo orden se apoyó en las tecnologías que iban apareciendo y en los medios de comunicación masiva. Así, la moda abandonó la supremacía de la alta costura, dejando de ser un medio para distinguirse de los demás. Para pasar a ser un medio de adaptación a la vida social, con la aparición del prêt-à-porter y de la producción seriada en gran escala.
Provocando una aceleración de la moda que se desata, finalmente, al principio de la década del setenta, ya que las necesidades industriales requerían generar cada vez mayores consumos. Todo esto se traduce en la necesidad de mostrar una cantidad mayor de tendencias por temporada.
Este proceso tiene su eco en la Argentina, a pesar de la gran diferencia económica, con respecto a los Estados Unidos. En Buenos Aires, el centro de las artes y de las tendencias fue el Instituto Di Tella.
Los Centros de Arte del Instituto Torcuato Di Tella nuclearon a grupos neovanguardistas7 que rompían con los cánones de la estética tradicional y dominante. El Di Tella fue el centro de experimentaciones de todas las artes, en él buscaban llevar a cabo el proyecto de modernización de nuestra cultura, teniendo como intención final colocar a la cultura argentina en un primer plano internacional. Con tal fin, fusionaban los contenidos nacionales con formas extranjeras, consideradas por estos grupos portadoras de la modernización.
Según la socióloga Susana Saulquin, podemos considerar al Di Tella como germen de la posmodernidad cultural en la Argentina, porque al desacralizar al arte y a la moda, entronizaron a la comunicación y al diseño. Ya que, al atraer con sus propuestas a un sector nuevo de la población llevaron a cabo el primer intento de democratización cultural8.
La neovanguardia artística que tuvo mayor representación en el Di Tella fue el Pop Art9.
Entre los artistas argentinos seguidores de este estilo se encontraban Delia Cancela, Pablo Mesejean, Dalila Puzzovio, Carlos Squirru, Edgardo Giménez, Alfredo Rodríguez Arias, Susana Salgado y Juan Stoppani. Ellos, como muchos otros artistas desde las diferentes disciplinas, rompieron con la solemnidad de la estética dominante, bajo los preceptos del “arte popular”. Incluso, prestigiosos diseñadores de la alta costura como Jacques Dorian y Vanina de War se sumaron a la propuesta pop que invadió Buenos Aires. Uno de estos preceptos fue el humor, que se hacía presente en todas las manifestaciones artísticas, especialmente en los happenings10. En ellos se destacaron, en los primeros años de la década del sesenta, Alberto Greco (1931-1965) y Marta Minujín (n. 1943).
Durante los años sesenta, la revolución que se produjo en la moda, formó parte de un movimiento de experimentación y de constantes búsquedas de nuevas formas de expresión en todas las ramas del arte, especialmente en las artes visuales. Nuevamente se articularon el arte y la moda, permitiendo que artistas plásticos como Delia Cancela, Pablo Mesejean y Dalila Puzzovio, diseñen moda. Los primeros dos, empezaron pintando íconos de la moda y de la música de la época y luego trasladaron esa iconografía a los vestuarios, utilizando estas prendas para posar en una ficticia revista de moda, llamada Experiencias 68. Finalmente, la colección debut de Cancela y Mesejean consistió en accesorios de cuero, collares ciempiés y monederos para colgar de la rodilla. Luego experimentaron con prendas de un talle apto para todos. Y a los primeros vestidos derivados de sus cuadros les siguieron otros hechos con frazadas. Durante la primera mitad de la década del setenta, ambos estuvieron radicados en Londres. Allí trabajaron junto a Grace Coddington y los fotógrafos Barry
Lategan, Norman Parkinson y Clive Arrowsmith, produciendo portadas para Vogue. Y continuaron trasladando los temas de sus ilustraciones a la ropa. Empezaron jugando con telas, colores y bordados, y luego se volvieron más simples, anticipando el minimal.
Puzzovio comenzó usando vestidos de hule cosidos con martillo y abrochadora con los que asistía a los happenings del Instituto Di Tella. Y junto a su marido Charlie Squirru realizó, en pleno centro de Buenos Aires, simulacros de campañas de gráfica callejera con coronas mortuorias y transfusiones de sangre, tejidos con signos del zodíaco o ventanitas para tarjetas postales. Su obra más famosa fue “Dalila Doble Plataforma”, un tótem con veinticinco pares de zapatos Grimoldi de colores flúo, con plataformas de catorce centímetros.
Con ella ganó el Premio Internacional Di Tella de 1967. Finalmente Puzzovio se dedicaría a realizar vestuarios para teatro, cine y televisión, utilizando materiales como lentejuelas, lamé, raso y peluche.
Esta articulación entre arte y moda, en los años sesenta, la podemos observar también, en los vestidos de 1965 del diseñador argelino Yves Saint Lauren. Los mismos reprodujeron cuadros del artista neoplasticista Piet Mondrian11 en tejido de punto. Y al año siguiente, en su colección Arte Pop.
La influencia Pop en la moda, presidida por el plástico Andy Warhol (1928-1987), se plasmó en el uso popular del jean, desde que el artista lo empleó en su diseño de tapa del disco de 1971, Sticky Fingers, de los Rolling Stones.
La moda de Gianni Versace (1946-1997), al igual que la de Saint Laurent, absorbió influencias de Warhol y del arte abstracto moderno. Y del arte griego y romano, como en el caso de las creaciones de Vionnet. Versace poseía un basto conocimiento sobre la historia del arte, el cual le permitió combinar estilos artísticos totalmente opuestos, creando diseños extravagantes.
El francés Jean Paul Gaultier (n. 1952), en sus diseños, alteró formas, volúmenes, texturas y colores, combinando texturas no tradicionales, mezclando diseños búlgaros con cuadros, etc., desarrollando los aspectos lúdicos de la moda e influenciando a todos los jóvenes diseñadores del mundo.
En 1988 se organizó, por primera vez, una Bienal de Arte Joven en nuestro país, la cual incorporó a la indumentaria, con desfiles que fueron una mezcla de moda, arte y teatro. De allí salieron finalistas los diseñadores Mónica Van Asperen, Andrés Baño, Gabriel Grippo, Gaby Bunader, Martiniano López Crocet, Pedro Zambrana, Iona Menéndez, Gustavo Vasco y Ana Sariego. Saulquin sostiene que las propuestas de estos diseñadores reflejan la superación de la mayoría de los principios de la posmodernidad, y evidencian el surgimiento de la libertad a nivel personal, como última etapa del proceso de individualización que se originó a partir de la Segunda Guerra Mundial. Según esta socióloga, hacia el fin del siglo XX se vuelve al moderno corte total con el pasado, pero a diferencia de la modernidad que al romper con el pasado pensaba en función del futuro, la producción actual se configura de acuerdo al presente y no en función del progreso o del futuro12.
Otro diseñador surgido de la Primera Bienal de Arte Joven fue Sergio de Loof. A fines de los ochenta sus fashion happenings se realizaron en espacios de arte como el Centro Cultural Recoleta, el Museo de Arte Moderno o la Fundación Proa. En los mismos desfilaron, por ejemplo, taparrabos de piel de oveja y caballo, en homenaje al pintor barroco Caravaggio, atuendos de pieles maravillosas, vestidos de diez metros de papel, estilizaciones de linyeras y pordioseros, pintados con barro. Luego, junto con Gabriel Grippo, Andrés Baño, Gaby Bunader y Kelo Romero creó la “moda de la pobreza”, realizando ropa con frazadas, trapos de piso y cuero holando-argentino.
Luego Grippo, en los noventa y radicado en Nueva York, bautizaría su marca de ropa “trash-à-porter”, algo así como “basura lista para usar”. Otra invención de Grippo, a fines de los noventa, fue el “Fashion Lab”, un laboratorio de moda donde los visitantes podían experimentar con ropa, maquillaje, tragos y video arte, participando, según él, del proceso de creación.
En la actualidad, en la misma línea de Grippo y de Loof, la vestuarista y diseñadora alemana Claudia Hill, radicada en Nueva York, presenta sus colecciones mediante happenings, en donde enfatiza el movimiento corporal e involucra distintas disciplinas artísticas. En uno de ellos, por ejemplo, montó un sector con fotos y cientos de muestrarios de colores para que los visitantes eligieran su tono favorito, en base al cual ella les preparaba una carta de colores y les hacía una bebida para que el color les entrara al cuerpo.
Saulquin concluye que la libre disposición e independencia de asociaciones que muestran los diseñadores jóvenes, al trabajar los soportes del diseño, son el reflejo de una nueva reorganización en el sistema de valores que elige como referente a la libertad, y que influye inmediatamente en la moda como norma social13. Este camino de liberación fue iniciado por las vanguardias artísticas del siglo XX, signado por las guerras mundiales y por los grandes desequilibrios económico-sociales. Las vanguardias y neovanguardias ampliaron el concepto de arte y transmitieron a la moda sus ideales estéticos, incluyéndola muchas veces, como una manifestación propia del arte. Es por ello que el arte y la moda pueden comprenderse como géneros de la misma especie, en continua relación. Relación acentuada, fundamentalmente, en las décadas del veinte y del sesenta, reflejada fundamentalmente en la indumentaria femenina y en su gran transformación. Y luego manifestada en las décadas finales del siglo XX, aplicada en ambos sexos, bajo el signo de la democratización de la moda. Esta relación entre arte y moda conserva una fuerte presencia en la actualidad.
Notas
1. Se utiliza el término militar “vanguardia” para denominar a los movimientos artísticos que rompieron con los modelos estéticos tradicionales, con los que chocaron debido al radicalismo de sus propuestas. Pese a la controversia que generaron en sus inicios, sus hallazgos y alternativas ya forman parte de la cultura occidental. Cada movimiento vanguardista tiene sus características propias. Los principales movimientos de vanguardia son
el cubismo, el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo y las diferentes vertientes de la abstracción. Todos ellos se desarrollaron en la primera mitad del siglo XX.
2. Las Exposiciones Universales de 1889 y 1900, realizadas en París, y los Ballets Rusos de Serge Diaghilev (1872-1929), incentivaron una atracción popular por la cultura de Oriente. Desarrollándose, especialmente, en el estilo de la moda y de la decoración de interiores, en los años previos a la Primera Guerra Mundial.
3. Según de Michelli el cubismo, desarrollado aproximadamente entre 1906 y 1914, estuvo influenciado por:
- las teorías empiriocríticas y fenomenológicas.
- las ideas de Boutroux sobre la interpretación subjetiva de las leyes de la naturaleza.
- las teorías de Bergson sobre la duración y la simultaneidad.
- la vuelta del idealismo y del espiritualismo en contraposición a las concepciones fundamentales del positivismo.
- las nuevas búsquedas en el campo de las matemáticas y la geometría. (de Michelli, 1968, p. 187)
Y en el plano artístico, son claras influencias la obra del pintor Paul Cézanne (1839- 1906), los relieves ibéricos de Osuna y el arte africano. Todas estas vertientes se tradujeron en las experiencias, en principio, de Pablo Picasso (1881-1973) y de Georges Braque (1882-1963). La representación cubista del objeto consta de su fragmentación en planos pictóricos, en su primera etapa, llamada cubismo analítico. Para luego sumarle elementos reales y pintados, que aluden al objeto, en su etapa conocida como cubismo sintético. El cubismo no le da importancia al color, empleando ocres, verdes y acromáticos, fundamentalmente.
Para los cubistas el arte no debía sólo registrar los datos visuales del objeto, sino realizar una síntesis intelectual que descubriese y seleccionase los datos más esenciales del mismo.
4. El movimiento dadaísta nació en Zürich, en 1916, como una expresión de rechazo y rebeldía hacia la guerra. Este rechazo lo extendieron a todas las formas de la civilización moderna. Siendo una corriente artística y literaria, llevó la protesta contra el positivismo hasta la negación de la noción de arte. Se definía como un movimiento antiartístico, antiliterario y antipoético. Esta negación se plasmó en el uso del azar como norma principal de su obra. Los dadaístas crearon el fotomontaje y emplearon la técnica cubista del collage.
Utilizaron materiales de desecho para realizar sus obras, llegando a elevar a la categoría de obra de arte a objetos industriales, llamados ready-made. Sus principales exponentes fueron Marcel Duchamp, Francis Picabia y Man Ray.
5. Un manifiesto es un escrito publicado por uno o varios artistas, en el que declaran su credo estético. La necesidad del manifiesto artístico surgió con el nacimiento de las vanguardias.
6. Muchos críticos consideran al dadaísmo como un antecesor del surrealismo, ya que ambos movimientos comparten la estética de lo absurdo y algunas técnicas empleadas por el dadaísmo, fueron retomadas en el surrealismo. Además artistas inicialmente dadaístas, como Man Ray o Picabia, se unieron luego al movimiento surrealista.
7. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los modelos vanguardistas estaban agotados. La idea de “neovanguardia” surgió para describir la nueva situación artística de la posguerra, enmarcada bajo nuevas condiciones políticas y sociales. El arte de neovanguardia retomó los procedimientos vanguardistas, como el collage y el ready-made, adaptándolos a estas nuevas condiciones.
8. Saulquin (1998) La moda en la Argentina, pp. 156- 157. (3ra ed.) Buenos Aires, Argentina: Emecé Editores S. A.
9. El Pop Art surgió en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en Inglaterra y luego se desarrolló en los Estados Unidos. El Pop empleó en sus obras la iconografía de la cultura popular urbana norteamericana, a modo de crítica a la intelectualidad del arte. Utilizaban medios industriales para reproducir sus obras, rompiendo con la unicidad de la obra artística y pretendiendo transformar al arte en una mercancía más de consumo masivo.
10. El happening, o acontecimiento, está definido por la acción en el espacio, por la valorización de los objetos, por el rol activo del espectador y por la combinación de elementos propios de distintas disciplinas artísticas: construcciones de ambientes, esculturas, pintura en vivo, música, sonido, monólogos, proyecciones fílmicas o de imágenes, movimientos de baile, etc. Puede ser realizado en diferentes espacios en simultáneo.
11. El holandés Piet Mondrian (1871-1944) fue el principal exponente del abstraccionismo geométrico, creando el Neoplasticismo, un arte inspirado en la perfección de las leyes científicas y matemáticas. Es así como, en la búsqueda de alcanzar la pureza esquemática absoluta, el Neoplasticismo se reduce a líneas negras, horizontales y verticales, que dividen el campo plástico en planos rectangulares blancos y de colores primarios.

¿MODA? ¿ARTE?

En Agosto de 2011 The New York Times titulaba “Horas de espera para ver la exposición de McQueen”, y afuera del Metropolitan Museum of Art había cuadras enteras de personas esperando entrar para ver la retrospectiva Alexander McQueen: Savage Beauty. Una muestra que exhibía más de 100 piezas del diseñador británico, quien se había suicidado hacía un año, a los 40, en el punto más alto de su carrera. Nadie se esperaba una cosa así, ni siquiera el museo. La convocatoria fue tan masiva, que la exposición se alargó una semana, extendió su horario hasta medianoche los sábados y domingos y se convirtió en uno de los 10 muestras más visitadas en la historia del MET.

Alexander McQueen: Savage Beauty      Alexander McQueen: Savage Beauty     Alexander McQueen: Savage Beauty  





Alexis Carreño, artista y doctor en Historia del Arte, fue a ver la exposición dos veces y recuerda,“El nivel de estetización, el nivel conceptual y el nivel de factura de las prendas era impresionante”

Es el chileno que más sabe sobre el tema y actualmente, de vuelta en Chile, ejerce como académico del Departamento de Artes Visuales de la Universidad de Chile. Desde ahí, ha instalado la pregunta en la academia: si la moda puede ser considerada un arte. En 2016, de hecho, realizó el seminario Arte/Moda Intersecciones en el MAC, y acaba de publicar el libro homónimo con las conclusiones de aquella actividad.


En ese entonces, vivía en Brooklyn y cursaba un doctorado en Historia del Arte y Crítica, en la Universidad Estatal de Nueva York. “Tuve la sensación de estar presenciando un cambio de paradigma: McQueen estaba siendo considerado artista”, dice. La exposición le impactó tanto, que Alexis Carreño terminó cambiando su tema de tesis doctoral: en vez de investigar sobre mujeres latinoamericanas y arte contemporáneo, se abocó a estudiar las intersecciones o puntos de encuentro que hay entre arte y moda, y también las divergencias.
Después hizo una pasantía en el Instituto Tecnológico de la Moda, el cual dirige la afamada académica Valerie Steele, y terminó siendo curador de una muestra sobre arte, moda y folclore en el American Folk Art Museum de Nueva York. 


                         





La discusión de si la moda es arte  comenzó a dar vueltas al mismo tiempo que empezó la moda como tal, a fines del siglo XIX. El mismo Charles Frederick Worth, llamado padre de la alta costura, instaló su casa de modas en París y se autodenominó artista. Worth se fotografiaba con boinas y trajes emulando los retratos de Rembrandt. Y, tal como las pinturas, sus creaciones eran piezas únicas que no se reproducían.





El MET (Metropolitam museum of art) ya había incursionado en la moda, cuando en los 60 creó el Costume Institute. Sin embargo, la exposición de McQueen pareció marcar un antes y un después ya que estaban exhibiendo, por primera vez, piezas de moda en las salas de arte del museo; es decir, en aquellas donde siempre se muestra pintura o escultura. Una señal de legitimación muy potente.


Esta muestra fue considerada crucial en la apreciación contemporánea de la moda como una forma de arte. Sin duda fue un hito que abrió paso a una seguidilla de exposiciones en otros museos, sobre vínculo de arte y moda. La exposición que hizo el MoMA en octubre del año pasado, llamada Items: Is Fashion Modern?, fue una consecuencia. Así como las que ha hecho el American Folk Art Museum o el National Gallery of Victoria.

        Alexander McQueen: Savage Beauty     Alexander McQueen: Savage Beauty





Debemos tener en cuenta que la moda comparte diferentes puntos de encuentros con el arte. El primero de ello es el lenguaje, ambas usan lenguaje visual: las dos disciplinas tienen que ver con forma, color, textura y composición, y tanto artistas como diseñadores trabajan con esas variables. Los otros puntos de encuentro tienen que ver con quienes realizan estas disciplinas: ya sea cuando un artista trabaja con la moda; cuando un diseñador se inspira en el arte; o cuando ambos trabajan en conjunto como hemos comprobado en diferentes entradas de este blog.

Sin embargo, la relación del arte y la moda con la temporalidad es compleja. Si se piensa la moda como un fenómeno efímero debido a que la moda cambia con cada temporada, es posible establecer una conexión con prácticas artísticas duracionales como las instalaciones y las performances las cuales están pensadas para un espacio y tiempo específico. Sin embargo, la finalidad y densidad de estas últimas es distinta a la que tiene la moda.
Según Alexis, las exhibiciones de moda en los museos han contribuido a apreciar la moda como una forma de arte y a reconocer el valor cultural de la indumentaria. “Pero esto no es algo nuevo. Los museos siempre han contado con colecciones de vestimenta y textiles. El fenómeno ahora sucede porque responden a algo mucho más complejo. Por un lado, está la necesidad de estos lugares por atraer a nuevas y numerosas audiencias, y la moda ofrece la posibilidad de lograrlo porque es una práctica democrática y extremadamente seductora. Pero por otra parte, existe un interés por parte de las casas de moda por exhibir sus colecciones en museo, por lo que finalmente terminan financiando las muestras de moda”. Además, Alexis agrega que la importancia de la imagen en la cultura contemporánea, ha ayudado a estos procesos debido a la enorme visibilidad que la moda alcanza en nuestra sociedad. “Atraviesa múltiples campos tales como la política, la economía, el arte, nuestra imagen corporal e identitaria. La moda sobrepasa barreras”.





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Por este motivo, la respuesta a la pregunta ¿la moda es arte? la respuesta dependerá de lo que se considere arte. Claramente no es igual que las artes visuales, pero tiene características de arte: es una manifestación donde la imagen y la mirada tienen una importancia fundamental, tal como otras expresiones de arte. 


Historiadores como Anne Hollander vinculan el estudio de la pintura a la moda como parte de la tradición creativa del hacer, a través de la imagen. Hay también una dimensión performática en el arte y en la moda, ya que el traje se lleva sobre un cuerpo con todo el potencial simbólico que eso tiene.

           



Finalmente, cuando una pieza de indumentaria logra representar el espíritu del tiempo, de la misma forma que una pintura puede transmitir las ideas más relevantes de una época: ahí hay arte. También, en el trabajo de diseñadores que rompen con la tradición y crean una silueta que no existía; o creadores que cuestionan los límites de su disciplina (por ejemplo, la funcionalidad de la ropa), de la misma forma que los artistas visuales se han preguntado por los bordes de la pintura o la escultura. Es decir, la relectura y el cuestionamiento de la tradición y los límites disciplinares de la moda, son consideradas una forma singular de arte.


  Alexander McQueen: Savage Beauty

 Alexander McQueen: Savage Beauty