El arte está de moda y viceversa. Pero, ¿de verdad podemos considerar la moda como un arte elevándolo al mismo nivel que la pintura o la escultura? Y por el mismo motivo, ¿podemos considerar al diseñador como a un artista? En el estado actual de la clasificación de las artes, el estilismo está considerado como un arte aplicado.
En manos de grandes diseñadores como Saint Laurent, Martin Margiela o Issey Miyake el tema se vuelve más complejo. La Haute Couture se rige, en esencia, por no estar sometida a las normas, y a ningún tipo de freno o código. Es un medio de expresión que sirve para reflejar toda la creatividad de su diseñador.
Como si se tratase de un pintor o un escultor, el diseñador dispone a su antojo de telas, texturas, colores, formas y proporciones para modelar los cuerpos como estima conveniente, haciendo gala de volúmenes, movimiento y geometría.
La moda es también un medio para transmitir un mensaje, para denunciar y para influir en las costumbres. Sin embargo, lo cierto es que las obras de arte mantienen su valor intacto a lo largo de los siglos y la moda es efímera por naturaleza, pues está hecha de tendencias que se renuevan.
Sin embargo, algunas grandes firmas han abierto museos donde poder exponer sus piezas más icónicas. También están empezando a asociarse con museos para organizar retrospectivas y exposiciones itinerantes alrededor de la figura de un diseñador.
Como ocurre con la mayoría de las obras de arte, algunas colecciones o piezas emblemáticas forman ya parte de la memoria colectiva y se exponen en los mejores museos del mundo (Museo del Traje de Madrid, Palais Galliera de París, The Costume Institute en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York). Parafraseando a Yves Saint Laurent podríamos decir que la moda no es del todo un arte, pero necesita de un artista para poder existir.
Art-Keting
La creación de una Fundación para la Promoción del Arte por Cartier, en 1984, hizo ver a los especialistas del marketing las ventajas de una unión entre el lujo y el arte. El arte se convirtió en un formidable medio de promoción y de difusión para las grandes marcas, el mejor vector de expresión para sus valores. Gracias al arte, entramos en una dimensión simbólica superior, y en una economía de lo fetiche.
Valores inmediatamente interiorizados por quienes compran piezas pertenecientes a colecciones cápsulas firmadas por un artista, y que asocian inmediatamente con la marca. Desde entonces, este tipo de colaboraciones fundadas por una fascinación mutua no paran de sucederse, llevando incluso a crear instalaciones para exponerlas en los flagships o en los escaparates, o recuperar fotos de moda de grandes campañas o editoriales de moda que ahora se exponen en galerías de arte de reconocido prestigio.
Las técnicas de optimización de las ventas y de la imagen de las marcas gracias al arte han llevado a los expertos a forjar una nueva palabra el Art-keting. Bernard Arnault y François Pinault, los propietarios de dos de los grandes grupos de la moda y del lujo, además de sus maisons de couture poseen también fundaciones que custodian importantes colecciones de arte.
El arte de las galerías ha salido a la calle para fabricar con la ayuda del marketing objetos cult impreganados de un gran fetichismo artístico como los bolsos Vuitton x Yayoi Kusama o los modelos "As Seen By", el ejercicio estilístico de varios artistas sobre el modelo de bolso Lady Dior, que han convertido este emblemático bolso en auténticas obras de arte, que lo han reinterpretado a modo suo.
El arte es como una nueva religión. Algo que el genial Andy Warhol ya profetizó allá por 1977 cuando aseguró que todos los museos se convertirían en grandes almacenes y que todos los grandes almacenes se convertirían en museos, o casi.
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